El
horizonte a lo lejos está solo, pero en un momento la bola de fuego nace
tiñendo el mar con una fina línea naranja, esa línea en realidad es un camino
que nos lleva hasta donde el silencio se respira y el salitre se pega a la piel
salándonos y así formar parte de él, aquí el sol no quema y las gaviotas vuelan
raso cerca nuestra pudiendo así, sentir su aleteo libre que vuela sobre ese mar
de azules fríos y verdes algas. En su infinito fondo se encuentran tesoros a
salvo de piratas, los llamados tesoros alma, viven allí entre corales preciosos
y ciudades mágicas de infranqueables fronteras. Los peces, guardianes de
armadura plata y lanza de espina, las algas mantas de seda viva, arropan del
frío las profundidades, estrellas de mar iluminan calles del negro océano.
Arriba,
en la superficie, el sol a teñido de oro y brillantes, las olas rompen rocas, y
en la orilla mis poros se erizan como un gato asustado cuando el frío del agua
otoñal acaricia mis pies. Sentada en una roca habitada por lapas que comen
minerales y sal, escucho sus gritos al ser golpeadas por las olas, lapas
huérfanas del mar, hijas de la roca.
La
espuma recorre mis dedos oxigenando recuerdos entre burbujas de sal, y camino
por la orilla dejando huellas tras de mí, que son recuerdos cada vez que el mar
las toca y las hace suyas.
Entonces
me escribo la palabra “besos” en mis pies y así cuando el mar los acaricie se
los llevará con él, mis besos, al fondo de mar donde los tesoros alma los
recibirán con alegría, para ellos, miles de besos que llegan desde la tierra
seca.
Besos,
muchos besos, millones de besos, infinitos besos inundaran el mar. Besos de
amor y ternura, besos de lucha y aceptación, las algas los abrazaran de verde
esmeralda, y los guardianes peces reflejaran con sus armaduras plata mas besos,
luz de recuerdos y abrazos, los tesoros alma que allí duermen quedaran
impregnados de amor, en su infinito mar, en el fondo de la mar salada.